Pierre (Louis Garrel) lleva, a sus diecisiete años, una vida pequeña, ordenada y casta en compañía de su abuela. El desastre está en Canarias, en casa de sus padres, una pareja peleada y dada al libertinaje. Pierre comienza a vivir con ellos, con Hélène (Isabelle Huppert), madre fascinante, femme fatale, con el padre, odiado y al que pronto enterrarán. Hélène arrastra a su hijo al placer, le entrega a Réa, su capricho lésbico y amante preferida. Con ella, Pierre descubre el éxtasis, la vergüenza y el sexo sin límites. La moral de Hélène, definitivamente relajada, no considera que desear a su propio hijo sea un tabú, ella no lo llamaría incesto, simplemente una relación especial.
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